Publicado en Abuso narcisista, Psicología

Isa Pi, el clan Pantoja y las familias narcisistas

Isa Pantoja ha vivido gran parte de su vida bajo el escrutinio público, marcada por las polémicas y conflictos familiares que han trascendido a los medios durante años. Sin embargo, detrás de los titulares, existe una historia de dolor emocional y supuesta violencia familiar. En el centro de esta trama se encuentra la figura de su madre, la cantante Isabel Pantoja, cuya influencia ha condicionado la vida de Isa desde su infancia. A través de dinámicas de control, triangulaciones y humillaciones, Isa ha enfrentado un entorno familiar tóxico que ha dejado una huella profunda en su bienestar emocional y, con toda probabilidad, en su propia identidad.

El pasado viernes 18 de octubre, Isa Pi acudió a un programa de televisión en prime time para hablar de la dura decisión que ha tomado respecto a su familia, tras llevar padeciendo por largo tiempo la indiferencia más pura por parte de sus familiares y, más concretamente, de su propia madre.

Existe, pero es como si me hubiese quedado huérfana de nuevo. Ya no la espero en ningún momento de mi vida.

Isa Pantoja

La adopción de Isa: ¿un acto de amor o de narcisismo?

Un aspecto crucial en la historia de Isa es su propia adopción, la cual, lejos de un acto altruista o maternal desinteresado, podría interpretarse como un acto egoísta y de triangulación dentro de las dinámicas familiares. En ese momento su hijo, Kiko Rivera, le podría estar dando problemas, y la adopción de Isa podría haber sido un mecanismo para distraer o redirigir sus emociones.

Las personas narcisistas suelen usar a los hijos e hijas como extensiones de sí mismas y, en este caso, la adopción de Chabelita podría haber sido una manera para Isabel de llenar un vacío emocional y obtener validación social en un momento complicado. Además, esta decisión también podría haber sido parte de una triangulación emocional en la que Isabel posicionara a Isa Pi como una nueva fuente de atención y afecto, restándole poder emocional a su hermano Agustín.

Teniendo en cuenta lo anterior, Chabelita podría haber entrado en la familia no sólo como hija adoptiva, sino como una pieza dentro de un juego más amplio de dinámicas de control y poder, lo que desde el principio condicionó su relación familiar.

En estos días se han ido sucediendo los testimonios y opiniones de personajes públicos sobre este asunto. Algunos que vendrían a apoyar lo que acabo de exponer, serían el de Xavier Sardá o Susana Díaz, que comparto a continuación.

Un capricho, adopciones que son un capricho, momentáneo, de aquel momento, y luego no saben qué hacer con la criatura.

Xavier Sardá

Hay miles de familias que llevan años esperando poder adoptar, algunos han adoptado muy rapidito. Y este tipo de cosas hacen daño a los niños que están esperando para ser adoptados y a las familias que están locas por entregarse en el cariño a esos niños. Adoptar no es comprarte un perrito.

Susana Díaz

Isa Pantoja, de pequeña, con su madre por las calles de Marbella (Gtres)
Isa Pantoja, de pequeña, con su madre por las calles de Marbella (Gtres)

El posible narcisismo familiar y el favoritismo

Una de las características más evidentes en la relación de Isa con su madre son las conductas narcisistas maternas y la práctica constante del favoritismo entre el hijo y la hija (o entre los hijos y la sobrina). En este tipo de dinámicas familiares, es común la continua presencia de un «niño dorado» y una «oveja negra». Aunque los roles pueden alternarse, y a buen seguro lo han hecho según el momento vital, Isa ha ocupado gran parte del tiempo el papel de la oveja negra, mientras que su hermano Kiko fue «favorecido» como el niño dorado de Isabel Pantoja.

He estado en el hospital y no ha venido a verme. Y al otro sí… ¡que la ha puesto a caer de…!

Isa Pantoja

La misma Isa Pi ha relatado en el programa del viernes cómo su madre parecía estar más orgullosa de ella que de Kiko en aquellos momentos en los que Isa cumplía con sus expectativas, como cuando mostraba sus habilidades artísticas, sacaba buenas notas y no causaba problemas. Sin embargo, este afecto era condicional: dependía de si Isa satisfacía las necesidades y deseos de su madre, una característica clásica del comportamiento narcisista. El amor y la validación estaban sujetos a la obediencia y al cumplimiento de las expectativas maternas, en lugar de ser incondicionales. En cuanto Isa creció y comenzó a causar problemas, la cosa cambió mucho…

Isabel Pantoja con su hija y con su hijo (Gtres)
Isabel Pantoja con su hija y su hijo en la televisión (Gtres)

La triangulación familiar: Isa, Kiko y Anabel

De igual manera, el clan Pantoja mostró siempre un favoritismo claro y dolorosamente evidente hacia Kiko. Kiko siempre recibió validación como miembro de la familia, mientras que Isa era relegada a un segundo plano, como si no perteneciera del todo. Isa ha relatado episodios en los que vivió y escuchó comentarios humillantes que reflejaban este trato discriminatorio.

El viernes Isa contó un duro episodio que viene a ejemplificar lo anterior. Estando un día en Cantora el hijo mayor de Paquirrín y Albertito, hijo de Isa, Kiko preguntó si los niños estaban ya despiertos y Doña Ana, madre de la Pantoja, respondía: «¿El nuestro o el otro?» Este trato vejatorio no sólo disminuye el valor de Isa como miembro de la familia, sino que contribuye a la alienación emocional, creando una sensación de rechazo y exclusión.

La triangulación también ha sido evidente en la relación de Isabel madre con Anabel Pantoja, la prima de Isa y Kiko, que ha ocupado un lugar privilegiado en el corazón de Isabel. A lo largo de los años, se ha percibido que Anabel es el «ojo derecho» de Isabel Pantoja. Al ser vista como una extensión más controlable y fiel de Isabel, Anabel ha sido confidente y apoyo incondicional y ha gozado de un afecto especial por parte de la tonadillera. Esta cercanía ha generado tensiones con Isa y Kiko, quienes en diversas ocasiones han sentido que su prima era más valorada y apreciada por la Pantoja que ellos mismos.

Isabel Pantoja con su sobrina Anabel (Instagram)
Isabel Pantoja con su sobrina Anabel (Instagram)

Castigos de silencio

Además, Isa fue ignorada y silenciada durante largos períodos. Un ejemplo lo tenemos cuando su tío Agustín dejó de hablarle durante 9 meses cuando ella apenas atenía 10 años, por un motivo trivial como fue su deseo de dormir con el perro de su madre. La familia no sólo permitió esta indiferencia, sino que la perpetuó. Isabel Pantoja, en lugar de intervenir y proteger a su hija, le pidió a Isa que fuera ella quien tomara el primer paso para reconciliarse, invalidando sus emociones y reforzando el mensaje de que el resto de la familia siempre era más importante.

Cuando había discusiones no íbamos a pedirnos perdón, simplemente hablábamos un día tan normal.

Isa Pantoja

El descubrimiento de la adopción: un secreto mal guardado

El episodio en el que Isa se entera de que es adoptada es un punto de inflexión en su vida. Y el modo en que su madre manejó la situación refleja su incapacidad para tratar a Isa con la transparencia y respeto que merecía. Isa descubrió que era adoptada no por su madre, sino por una compañera de clase, lo que fue un golpe emocional inesperado y devastador para ella.

Cuando Isa, confundida y dolida, le preguntó a su madre sobre su adopción, ésta no abordó la situación con sinceridad y madurez, sino que Isabel Pantoja recurrió a la fantasía. En lugar de contarle los hechos de manera clara y directa, su madre le relató una historia que comenzaba con: «Había una vez una niña…«, como si Isa estuviera escuchando un cuento de hadas en lugar de conociendo la verdad sobre sus orígenes.

El intento de suavizar o evitar la realidad con una narrativa ficticia refleja la personalidad de la Pantoja, quien parece evitar el conflicto directo o cualquier situación que pueda amenazar la imagen que quiere proyectar. Esta falta de honestidad y claridad deja patente una incapacidad para enfrentar la verdad. Además, reforzaría la idea de que sus relaciones más íntimas y cercanas estarían marcadas por una falta de autenticidad y una profunda incapacidad para lidiar con los temas emocionales de manera adecuada. Todo lo cual es propio de las personalidades narcisistas que, además, suelen utilizar el secretismo como arma y sello distintivo.

Isa con su madre y Julián Muñoz en El Rocío (Gtres)
Isa con su madre y Julián Muñoz en El Rocío (Gtres)

El esfuerzo por ser válida: el circo emocional de Isa

Seguramente de forma inconsciente, desde temprana edad, Chabelita intentó ganarse el amor y la atención de su madre a través de esfuerzos constantes por agradarla. Relata cómo, cuando su madre regresaba a casa tras las giras, la agasajaba con todo tipo de actuaciones para ser vista y apreciada: cantaba, bailaba, tocaba instrumentos, actuaba… Sin embargo, a pesar de sus esfuerzos, no recibió la validación incondicional que tanto anhelaba. Su madre la apreciaba cuando cumplía con sus deseos, pero no la defendía ni la protegía en momentos de conflicto o maltrato por parte de otros miembros de la familia.

Cuando en la entrevista se le pregunta a Isa sobre sus momentos felices en la infancia, sus recuerdos se centran en los paseos que daba con su madre por Cantora y en las exhibiciones de habilidades y talentos que intentaba mostrarle. Isa insiste en que nunca le faltó nada, pero por «nada» se refiere a lo material. Sin embargo, no logra evocar momentos de complicidad, amor o cariño genuino. Esto sugiere una distorsión de lo que debería ser el amor y el afecto, donde los recuerdos «bonitos» son en realidad intentos fallidos de captar la atención y el cariño de una madre ausente. Esta falta de afecto auténtico ha debido marcar profundamente su vida emocional, dejándola con la sensación de que el amor materno era un premio a alcanzar, no un derecho innato.

Nunca voy a decir que es mala madre, porque me ha dado mucho, pero me han faltado cosas sentimentales. Materialmente lo he tenido todo, pero me ha faltado complicidad y acercamiento.

Isa Pantoja

La cuidadora Dulce y la dinámica familiar

Un aspecto revelador de la infancia de Isa es el papel de Dulce, su cuidadora, quien asumió las responsabilidades de crianza y disciplina. Dulce era quien ejercía el papel de «poli malo», preocupándose por los deberes, poniendo normas, límites y educando a Isa. En otras palabras, Dulce es quien ejercía de madre a todos los efectos. Por otro lado, Isabel Pantoja se presentaba como el «poli bueno», buscando deleitarse en las actuaciones y «monerías» de su hija cuando regresaba a casa, llevándole multitud de regalos y presumiendo de sus buenas notas y talentos. Este contraste entre las dos figuras maternas, seguramente habrá creado una disonancia en la percepción de la maternidad en la vida de Isa Pi.

Isa por la calle junto a su madre y su cuidadora, Dulce (Gtres)
Isa por la calle junto a su madre y su cuidadora, Dulce (Gtres)

El fuerte control disfrazado de protección

A lo largo de su vida, parece ser que Isa ha vivido bajo una excesiva sobreprotección por parte de su madre, quien ha disfrazado su férreo control de preocupación y protección, creando un entorno asfixiante que impidió a Isa desarrollarse con libertad y autonomía. Aunque el control fue presentado como un acto de cuidado, en realidad, lo que Isabel Pantoja ejercía sobre su hija era un mecanismo más de dominio y supervisión total, bajo la apariencia de «cuidar su bienestar».

Isa ha relatado que en su juventud no se sintió libre, debido al estricto control que su madre ejercía sobre ella, limitando sus movimientos, decisiones y relaciones. Este entorno, paradójicamente, contribuyó a que Isa tomara decisiones que cambiarían su vida radicalmente, quedándose embarazada a los 18 años.

El control disfrazado de protección es típico en madres con tendencias narcisistas, que intentan presentar su dominación como una muestra de afecto y preocupación, cuando en realidad se trata de una manera de mantener el poder sobre sus hijas e hijos y asegurarse de que dependan de ellas emocional y físicamente.

El control sobre la sexualidad de Isa: abuso y humillación

Dos de los episodios más perturbadores de la vida de Isa en relación con su familia giran en torno al control abusivo que su madre y su hermano ejercieron sobre su sexualidad.

El primer episodio se dio cuando Kiko Rivera llevó a su hermana al ginecólogo, parece ser que por petición de Isabel Pantoja, para verificar si había perdido la virginidad. Este acto no sólo es un atentado contra la privacidad y autonomía de la joven, sino también una manifestación del control extremo y coercitivo que su madre pretendería ejercer sobre su vida íntima. El cuerpo de Isa fue tratado como un objeto bajo la supervisión familiar, lo que refleja una clara dinámica de abuso emocional y psicológico.

El segundo episodio, incluso más humillante que el primero, ocurrió cuando Kiko Rivera, tras enterarse de que Isa había mantenido relaciones sexuales, le dio un «manguerazo» de agua fría como si de un ritual de «purificación» se tratase. Este acto violento y simbólico refuerza la idea de que la sexualidad de Isa debía ser controlada y castigada, como si hubiera perdido su «pureza» y necesitara ser «limpiada». Es un claro ejemplo de violencia simbólica y física, cargado de misoginia y basado en arcaicas creencias patriarcales sobre la sexualidad femenina.

Isa Pantoja en un programa de televisión (Telecinco)
Isa Pantoja en un programa de televisión (Telecinco)

Un clan familiar donde la madre nunca se equivoca

Una característica distintiva del comportamiento narcisista es la incapacidad de asumir responsabilidades y la tendencia a proyectar la culpa sobre los demás. Isa ha señalado que su madre no pide perdón, una afirmación que refleja cómo la figura narcisista se presenta siempre como la víctima en cualquier conflicto. Isa ha cargado con el peso de la culpa y la inadecuación durante toda su vida, una carga que sólo se intensificaba con la constante triangulación y manipulación dentro de la familia.

Ella (Isabel Pantoja) no pide perdón, le cuesta pedir perdón.

Isa Pantoja

El momento más desgarrador

Quizá, el momento más desgarrador de su reciente entrevista se produce cuando Isa expresa que prefiere pensar que su familia no estaba preparada para la adopción, en lugar de enfrentar el dolor de aceptar que no la quieren. Esta declaración no sólo refleja la lucha interna de Isa por encontrar una narrativa que le permita lidiar con el rechazo emocional, sino también el profundo deseo de justificar y proteger a su familia a expensas de su propio bienestar emocional. Este patrón de autojustificación es común entre las personas que han crecido en entornos familiares abusivos, donde el dolor de la verdad es más difícil de soportar que el sufrimiento del engaño.

… la única madre que conozco es Isabel Pantoja y es duro saber que le importo tan poco a la familia que he conocido.

Isa Pantoja

La vida de Isa Pantoja ha estado marcada por una dinámica familiar profundamente tóxica, en la que el control y la manipulación emocional han sido constantes. Isabel Pantoja ha condicionado la relación con su hija a una serie de expectativas imposibles de satisfacer, mientras que otros miembros de la familia han perpetuado este ciclo de abuso. Isa ha luchado por encontrar su propio camino en medio de un entorno donde el amor y la aceptación siempre han sido condicionales, una historia que pone de manifiesto las devastadoras consecuencias del narcisismo y el control familiar en el desarrollo emocional de una persona.

Hay madres que defienden a sus hijos en la cárcel y de cualquier cosa. Y yo… ¿Qué tan grave he hecho para que ella no quiera saber nada de mí? Es como «si te he visto, no me acuerdo». Es un «te traje y ahora no quiero saber nada de ti». No sé cómo ella vive así. Tiene dos hijos con los que no se habla y nietos con los que no tiene relación. Y no sé cómo lidia con eso. O es una persona demasiado fuerte o le da absolutamente igual todo.

Isa Pantoja

Isa Pantoja en un programa de televisión (Europa Press)
Isa Pantoja en un programa de televisión (Europa Press)

¿Qué opinas? A tenor de la información disponible, ¿crees que el clan Pantoja es una familia narcisista? Lo que es seguro es que Isa ha hecho bien en cortar lazos con ese entorno. Lo que no debería dudar en hacer ahora es buscar ayuda profesional para sanar sus traumas.

Si quieres saber más sobre familias narcisistas, no te pierdas los artículos de este blog: El daño del narcisismo en la familia. Cómo reconocerlo y sanarlo y Los roles en la familia narcisista. Cómo funcionan y qué consecuencias tienen.

¿Crees tener una relación familiar (padre/madre) o de pareja con una persona narcisista pero no lo sabes con seguridad? Puedes salir de dudas accediendo al Cuestionario gratuito de 25 preguntas para saber si mantienes una relación con una persona narcisista¡Estás a unos pocos minutos de saber si esa relación te está dañando significativamente y poder empezar a tomar acción para sanar!

Iñaki Piñuel. 2020. Familia Zero. Cómo sobrevivir a los psicópatas en familia. Madrid, España. La esfera de libros

Karyl Mc Bride. 2013. Madres que no saben amar. Nueva York, EEUU. Ediciones Urano

Karyl Mc Bride. 2018. Mi mamá no me mima. Cómo superar las secuelas provocadas por una madre narcisista. Nueva York, EEUU. Editorial Books4pocket

Wendy T. Behary. 2013. Disarming the Narcissist: Surviving & Thriving with the Self-Absorbed. Oakland, California, EEUU. New Harbinger Publications

Mauricio Zermeño de los Reyes. 2021. Matriarcado Narcisista: Tu madre no es tóxica, está enferma del Trastorno de la Personalidad Narcisista. Editorial Independently Published

https://psicologiaymente.com/social/familias-narcisistas

https://www.abc.es/gente/isa-pantoja-abre-canal-pinta-retrato-atroz-20241019093806-nt.html

https://www.elmundo.es/loc/famosos/2024/10/21/671621cde4d4d8e63b8b4592.html

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Licenciada en Psicopedagogía. Profesional PAS certificada.

Eva H. Hernanz

Madrid

contacta@mamaevapsicopedagoga.com

Publicado en Abuso narcisista, Maternidad y crianza, Psicología

Los roles en la familia narcisista. Cómo funcionan y qué consecuencias tienen

Las relaciones familiares son una parte fundamental de la vida de cualquier persona pero, cuando se trata de una familia con uno o varios miembros narcisistas, las dinámicas familiares suelen ser altamente disfuncionales y abusivas. En una familia narcisista, el padre o la madre narcisista controla y manipula a los demás miembros del clan familiar, lo que conlleva una serie de interacciones tóxicas que tendrán efectos duraderos en la vida de las criaturas y de las adultas y adultos afectados.

En este tipo de familias nada funciona como debería: el afecto se condiciona, la empatía se distorsiona, y cada persona adopta un rol adaptativo para sobrevivir al sistema. Los roles que cada miembro desempeña están altamente influenciados por el narcisismo patológico del padre o la madre narcisista. Cada integrante puede desempeñar diferentes papeles para adaptarse mejor a las situaciones disfuncionales que se establecen o porque así lo vaya marcando la persona narcisista.

En este artículo, exploraremos los diferentes roles que pueden estar presentes en una familia narcisista, cómo se relacionan con la dinámica familiar y los efectos que pueden tener en la vida de las personas.

Al igual que en el artículo anterior, El daño del narcisismo en la familia: cómo reconocerlo y sanarlo, quiero dejar claro que cuando hablo de narcisistas me refiero a personas con narcisismo patológico o, lo que es lo mismo, con un trastorno de personalidad narcisista, según el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM-5).

Éstos son los roles que están presentes en una familia narcisista:

La persona narcisista

Suele ser el padre, la madre o ambos, aunque siempre hay un narcisista principal. Esta persona es el centro de atención y busca constantemente la admiración, el reconocimiento y el control de los demás miembros de la familia. Juega un papel fundamental en el mantenimiento de la dinámica disfuncional familiar. Es manipuladora, envidiosa y con carencias de empatía. Se siente cómoda en el conflicto y puede ser muy crítica y cruel con quienes percibe como una amenaza.

Cabe resaltar que no todas las personas narcisistas son iguales y cada una muestra sus necesidades y carencias de muy diferentes formas, dependiendo de su tipología: las hay grandiosas (altamente egocéntricas y con aires de superioridad) y vulnerables (más encubiertas, muy sensibles a la crítica y dependientes de la validación externa). Si quieres conocer más sobre los tipos y subtipos de narcisismo existentes, puedes visitar el artículo Narcisismo: los tipos y subtipos que debes conocer.

Ambos padres pueden ser narcisistas, aunque siempre hay un narcisista principal
Ambos padres pueden ser narcisistas, aunque siempre hay un narcisista principal

La persona codependiente o facilitadora

Es la pareja de la persona narcisista (o, en ocasiones, uno de los hijos o hijas). Es quien se adapta y cede constantemente a las demandas del miembro narcisista de la familia, a menudo a costa de sus propias necesidades y bienestar emocional.

Esta persona puede sentir que su valor personal depende de la aprobación y la atención de la persona narcisista, lo que lleva a comportamientos de auto-negación, auto-abandono y auto-sacrificio. Además, puede experimentar sentimientos de culpa o vergüenza si no cumple con las expectativas del miembro abusivo o si intenta establecer límites. No lo hace por debilidad, sino por aprendizaje de supervivencia emocional.

La persona codependiente desarrolla un radar infalible para detectar los estados del narcisista y adaptarse antes de que explote. Además, también puede tomar el papel de mediadora en los conflictos familiares, tratando de mantener la paz a toda costa. Esto le puede llevar a sacrificar su propia opinión y tomar la responsabilidad de resolver los problemas de la familia, lo que puede resultar en una carga emocional agotadora.

Como consecuencia de todo lo anterior, acaba sin espacio para sí misma, confundiendo amor con sacrificio. Tendrá dificultades para reconocer y expresar sus propias emociones, ya que ha estado enfocada en satisfacer las necesidades emocionales de la persona abusiva. Esto le puede llevar al agotamiento emocional y a una falta de satisfacción personal en la vida.

Es importante destacar que la persona codependiente no es responsable de los comportamientos abusivos, pero sí contribuye a perpetuarlos al no establecer límites saludables y al permitir que la persona narcisista tenga un excesivo control sobre la dinámica familiar.

La niña o niño dorado

Este miembro de la familia es el favorito de la persona narcisista y puede ser utilizado para cumplir las necesidades emocionales de la misma. Se le suele consentir y recibe una gran cantidad de atención, elogios y privilegios. Esto lleva a la criatura a desarrollar un sentimiento de superioridad y una falta de empatía hacia otros miembros de la familia. A su vez, los demás miembros de la familia pueden sentir celos y resentimiento hacia esta figura.

El niño dorado es más propenso a desarrollar rasgos narcisistas en la edad adulta. Al ser objeto de un exceso de atención y alabanza por parte de los padres, se genera en él una percepción exagerada de su propia importancia y dificultad para aceptar críticas o fracasos.

La niña o niño dorado de la familia suele desarrollar egocentrismo y una actitud de superioridad
La niña o niño dorado de la familia suele desarrollar egocentrismo y una actitud de superioridad

Como persona adulta, la niña dorada sentirá que sigue mereciendo un trato especial y privilegiado. También tendrá dificultades para establecer relaciones saludables, ya que esperará que las demás personas le adoren y complazcan. En ocasiones generará expectativas poco realistas de sí misma y de los demás, lo que puede llevar a la decepción y al descontento.

Es decir, cuando el niño de oro sale del cascarón y se enfrenta al mundo real no es capaz de aceptar que las cosas no son como cree o quiere. Le cuesta asumir que no es el centro del universo ni alguien tan importante como le han hecho pensar siempre. Para compensar esta carencia, ceba su ego alimentando la idea de ser en realidad alguien muy especial a quien sólo unos pocos privilegiados tendrán el gusto de poder entender y tratar. Al final no deja de ser una víctima más de su propia familia

Es importante recordar que no todos los niños dorados se convierten en narcisistas en la adultez. El ambiente familiar, la crianza, así como otros factores (la personalidad, la gente del entorno, las experiencias vitales ajenas al núcleo familiar…), también pueden influir en el desarrollo o no de rasgos narcisistas.

La oveja negra

La oveja negra, que suele ser una de las hijas o hijos, no es el problema de la familia, sino el síntoma de que algo no está bien en el sistema. Es aquella persona que piensa distinto, siente distinto o se atreve a cuestionar lo incuestionable. En el ecosistema narcisista, donde la lealtad se confunde con sumisión y la armonía con silencio, la oveja negra encarna la disidencia emocional.

A menudo es más empática, reflexiva y sensible a la injusticia. Sus cuestionamientos amenazan la fachada perfecta del clan, y por eso se convierte en el elemento “incómodo”.

Muchas veces no encaja porque se niega a anestesiar su conciencia. Prefiere lidiar con su conflicto interno antes que «hacer como si nada» o ser hipócrita. El precio que paga suele ser alto: exclusión, gaslighting, señalamiento o culpa inducida. Pero su valor es importante: la oveja negra tiene la capacidad de ver con claridad lo que el resto niega.

Con el tiempo, si logra tener una autoestima y unos límites sanos, esta figura puede convertirse en el eslabón evolutivo del linaje familiar. Y, en la incomodidad que genera, reside la posibilidad de que algo cambie.

En última instancia, es importante recordar que cada miembro de la familia tiene la capacidad de tomar decisiones y trabajar en su propio crecimiento personal, incluso en un ambiente disfuncional. Si bien puede ser difícil, es posible sanar y crecer, y la oveja negra puede ser una fuerza poderosa en ese proceso.

No puedes sanar en el mismo lugar donde te enfermaste

Anónimo
La oveja negra tiene la capacidad de sanar el linaje familiar
La oveja negra tiene la capacidad de sanar el linaje familiar

El chivo expiatorio

En una familia disfuncional, el chivo expiatorio es la persona sobre la que se depositan los conflictos, frustraciones y emociones negativas que el resto del sistema no puede o no quiere asumir. Suele ser uno de los hijos o hijas, aunque el rol puede rotar entre varios miembros según las circunstancias. En algunos casos, también la pareja de la persona narcisista acaba ocupando este lugar, convirtiéndose en el blanco de las críticas, los reproches y las proyecciones emocionales del grupo.

La persona narcisista proyecta en el chivo expiatorio sus propias partes negadas: rabia, envidia, miedo, sensación de inferioridad… Y los demás miembros del sistema (por miedo, comodidad o lealtad inconsciente) tienden a alinearse con el narcisista y reforzar esa narrativa.

Desde la perspectiva de la psicología familiar sistémica (Bowen, 1978; Minuchin, 1985), este mecanismo de desplazamiento funciona como una estrategia inconsciente del sistema que asigna roles de ‘culpables’ para mantener un falso equilibrio y evitar cuestionar la disfunción de fondo. Pero el coste para la persona que ocupa este lugar es alto: culpa crónica, baja autoestima, confusión emocional y, con frecuencia, patrones de revictimización en su vida adulta. No es raro que busque relaciones donde repite el mismo guion con parejas de perfil narcisista/ psicopático. (Cómo te seduce el psicópata hetero. Aquí tienes las claves para detectarlo).

Con el tiempo, algunos chivos expiatorios logran tomar conciencia del rol impuesto y se distancian de la familia o establecen límites firmes. Aunque el proceso puede ser doloroso, supone un paso decisivo hacia la recuperación del propio criterio, la autonomía y la autoestima.

El chivo expiatorio y la oveja negra muy a menudo coinciden y, aunque muchísimas veces los encarna la misma persona, son roles separados:

  • El chivo expiatorio carga con la culpa del sistema y absorbe su tensión.
  • La oveja negra rompe el molde al pensar y actuar diferente.

La hija o hijo invisible

Es un miembro de la familia ignorado o descuidado por la persona narcisista y suele ser uno de los hijos. La criatura no es vista ni valorada y suelen descuidarse sus necesidades emocionales, por lo que genera sentimientos de aislamiento y soledad. Mientras tanto, la persona narcisista centra su atención en la criatura dorada o en aquellas que no cumplen con sus expectativas (como la oveja negra o el hijo rebelde), dejando de lado al niño o niña invisible, quien le proporciona menor suministro emocional o refuerzo.

En una familia narcisista, cada miembro cumple un papel
En una familia narcisista, cada miembro cumple un papel

A medida que crece, es común que el miembro invisible del grupo familiar experimente problemas de autoestima y dificultades para establecer relaciones saludables. Suele mostrar una tendencia hacia la codependencia, dificultades para expresar emociones o poner límites y puede arrastrar inseguridades y patrones de autocuidado deficiente que se prolongan hasta la adultez.

El hijo o hija rebelde

Es quien desafía y cuestiona la autoridad de la persona narcisista. Suele poner límites, expresar desacuerdo o mostrar desobediencia frente a las exigencias y expectativas rígidas del sistema familiar. Debido a su actitud, suele ser criticada, castigada o marginada por la familia narcisista, que percibe su independencia como una amenaza al control y a la apariencia de armonía.

Este rol puede coincidir con el de la oveja negra: ambos son vistos como “problemas” dentro del sistema y suelen cargar con la responsabilidad de absorber la crítica o el rechazo. Sin embargo, no siempre se trata de la misma persona: a veces, es el niño o niña dorada quien asume un comportamiento rebelde, sobre todo si siente descontento o frustración por las expectativas impuestas.

La criatura rebelde, al crecer, puede desarrollar un fuerte sentido de autonomía y autoafirmación, pero también arrastrar conflictos internos por la constante oposición a las figuras de autoridad y la lucha por ser vista y valorada en un entorno que no valida sus emociones ni su identidad.

La hija o hijo neutral

Es quien intenta mantener la paz en el clan familiar y se muestra imparcial en los conflictos familiares. Su papel consiste en mediar, suavizar tensiones y evitar enfrentamientos directos. Aunque ser un hijo o hija neutral puede resultar difícil y agotador, también puede suponer una ventaja, ya que le permite mantener cierta distancia emocional y protegerse de la intensidad de las dinámicas familiares. Gracias a su aparente neutralidad, puede evitar ser arrastrado por las demandas, necesidades o desavenencias del progenitor narcisista.

A menudo, la criatura invisible y la neutral coinciden: ambas tienden a pasar desapercibidas, a reprimir sus emociones y a adaptarse para no generar más conflicto. En otros casos, la persona neutral adopta el rol de facilitadora, alguien que intenta sostener la armonía a cualquier precio. Puede mediar entre miembros enfrentados, justificar comportamientos o asumir responsabilidades emocionales que no le corresponden.

Este rol, aunque parece pacífico, puede tener un alto coste interno. Con el tiempo, la persona puede sentirse emocionalmente agotada, desconectada de sus propias necesidades o culpable cuando prioriza su bienestar. En la adultez, suele desarrollar una fuerte tendencia a evitar el conflicto, a complacer y a mantener una fachada de calma, incluso cuando internamente se siente en tensión.

Los mono(s) volador(es)

Miembro(s) de la familia que actúa(n) como intermediario(s) o mensajero(s) entre la persona narcisista y las demás personas de la familia. Se encarga(n) de satisfacer las necesidades y deseos de la persona tóxica, incluso si esto significa ignorar o marginar las necesidades y deseos de los demás integrantes de la familia.

Los diferentes roles en una familia narcisista permiten mantener el equilibrio disfuncional
Los diferentes roles en una familia narcisista permiten mantener el equilibrio disfuncional

Muchas veces, un mismo miembro de la familia narcisista desempeña varios de los papeles explicados a la vez. Además, las dinámicas familiares suelen ser complejas y variadas, por lo que suele ocurrir que las personas van cambiando de roles a lo largo del tiempo.

Sea como sea, el primer paso para sanar los patrones familiares disfuncionales es reconocerlos como tales. Y para ello, nunca es tarde. Quizá este artículo suponga un punto de partida en el proceso. ¡Mucho ánimo si es tu caso!

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Iñaki Piñuel. 2020. Familia Zero. Cómo sobrevivir a los psicópatas en familia. Madrid, España. La esfera de libros

Karyl Mc Bride. 2013. Madres que no saben amar. Nueva York, EEUU. Ediciones Urano

Karyl Mc Bride. 2018. Mi mamá no me mima. Cómo superar las secuelas provocadas por una madre narcisista. Nueva York, EEUU. Editorial Books4pocket

Wendy T. Behary. 2013. Disarming the Narcissist: Surviving & Thriving with the Self-Absorbed. Oakland, California, EEUU. New Harbinger Publications

Mauricio Zermeño de los Reyes. 2021. Matriarcado Narcisista: Tu madre no es tóxica, está enferma del Trastorno de la Personalidad Narcisista. Editorial Independently Published

https://psicologiaymente.com/social/familias-narcisistas

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Licenciada en Psicopedagogía. Profesional PAS certificada.

Eva H. Hernanz

Madrid

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