Sabemos que la empatía (ver Empatía y ecpatía, los dos pesos de una misma balanza), la capacidad de ponerse en el lugar de otra persona, de sintonizar con ella y comprender cómo se siente, es una cualidad positiva que es importantísimo fomentar en nuestras niñas y niños.
Pero, exactamente, ¿por qué es tan importante la empatía?
- Porque propicia un adecuado autoconocimiento y desarrollo personal.
- Porque es clave para establecer y mantener vínculos sanos con los demás.
- Porque potencia el carisma, las habilidades sociales y la inteligencia emocional.
- Porque mejora la comunicación.
- Porque ayuda a desarrollar una adecuada autoestima. (Puedes leer Autoestima y seguridad en la infancia. Elementos clave para un desarrollo sano.)
- Porque favorece la resiliencia, que es la capacidad para superar circunstancias adversas o perturbadoras.
- Porque ayuda a convertirse en personas confiables y que generan seguridad.
- Porque contribuye a la amabilidad, la tolerancia y la solidaridad.
- Porque es fundamental para prevenir el acoso escolar.
- En definitiva, porque conforma mejores personas.
Digamos que la mayoría de nosotras, de forma natural, poseemos empatía en mayor o menor medida, aunque ésta se puede (y debe) potenciar. Sin embargo, hay personas con niveles ínfimos de empatía e incluso ausencia de ésta. Los mayores exponentes de falta de empatía son el narcisismo patológico o la psicopatía. Los narcisistas estructurales y los psicópatas poseen rasgos característicos de los bullies o acosadores escolares, siendo el principal de estos rasgos la falta de empatía.
Una criatura empática no sólo NO será una acosadora o abusona, sino que tiene muchas más probabilidades de actuar en favor o defensa de la víctima de acoso escolar (bullying).
La empatía por quienes están en problemas es uno de los elementos de la moral universal.
William Damon

Básicamente, a más empatía, menos violencia (sea ésta del tipo que sea). Cuanta más empatía, mayor respeto, tolerancia y solidaridad con las demás personas.
A día de hoy resulta clave que esta cualidad positiva del ser humano, que poseemos muchas personas en mayor o menor medida, se siga fomentando. En el mundo individualista, competitivo y orientado sólo y exclusivamente hacia los resultados en el que vivimos, cada vez se incentiva menos la empatía. Y no es baladí que se premien valores propios del narcisismo. Cada día escuchamos más y más casos de abuso, maltrato, acoso escolar, violencias… Está claro que, como sociedad, algo estamos haciendo mal.
Por otro lado, quizá para contrarrestar los efectos de lo anterior, cada vez más centros educativos y profesionales intentan promover y desarrollar la empatía en niñas, niños y jóvenes, para prevenir y concienciar sobre esta lacra. La educación es primordial en la lucha contra cualquier tipo de violencia. Pero es evidente que no se está haciendo lo suficiente. Cada vez más jóvenes, esos en los que ponemos nuestras esperanzas de futuro, tienen una idea arcaica e intolerable de lo que debe ser una relación de pareja, en la que el machismo impregna sus pensamientos y discursos. ¿Por qué está ocurriendo esto? Es una buena cuestión para abordar en otro artículo. Por ahora nos ocuparemos de la promoción de un arma poderosa contra este mal: la empatía.
Cómo fomentar la empatía
Los niños y niñas empáticas serán adultas empáticas. Como madres y padres debemos favorecer la empatía en nuestros peques. Pero, ¿cómo podemos hacerlo?:
- Predicando con el ejemplo. No me cansaré de repetirlo. Somos los que hacemos, no lo que decimos. Los niños aprenden mucho más de lo que hacemos que de lo que decimos. Si nuestras peques nos observan, por ejemplo, siendo habitualmente respetuosas con las personas o compasivas con alguien desfavorecido, con un animal herido, con alguien que está siendo humillado… Lo integrarán y repetirán esas conductas.
- Expresando nuestros sentimientos de forma comprensible y asertiva.
- Mostrándonos vulnerables algunas veces.
- Pidiendo perdón cuando nos equivocamos con otras personas y con nuestros propios hijos e hijas.
- Favoreciendo que se responsabilicen de sus acciones, tanto buenas como malas.
- Conversando mucho con ellas, explicándoles cómo se siente alguien ante tal o cual situación, preguntándoles cómo se sentirían ellas y practicando la escucha activa…
- Ayudándoles a identificar y regular sus emociones (rabia, miedo, alegría, enfado…) y mostrándoles nuestro apoyo ante las mismas sin juzgarles.
- Interesándonos por sus sentimientos, validándolos y consolándoles cuando estén tristes.
- Practicando la solidaridad en sus múltiples formas.
- Leyendo cuentos, asistiendo a exposiciones, espectáculos y visionando películas o documentales que nos ayuden a trabajar diferentes valores.
- Etc.
Favorecen la empatía: el respeto, la compasión, el esfuerzo, la tolerancia, las habilidades sociales y la escucha activa, la asertividad, los valores éticos y morales, la lealtad, la paciencia, la aceptación y la tolerancia a la frustración, el trabajo en equipo y las actitudes colaborativas.
Somos criaturas sociales. Nuestra supervivencia depende de entender las acciones, intenciones y emociones de los demás. Las neuronas espejo nos permiten entender la mente de los demás, no sólo a través de un razonamiento conceptual sino mediante la simulación directa. Sintiendo, no pensando.
Giacomo Rizzolatti

Por otro lado, hay ciertas actitudes que debemos vigilar y no fomentar en la infancia, o no hacerlo en exceso, pues pueden llevar a las criaturas al lado opuesto de la empatía. Además, esas actitudes negativas, acompañadas de otras peculiaridades, pueden conllevar efectos desastrosos para su futuro. Por ejemplo:
- La competitividad sana puede ser divertida y fomentar el esfuerzo y el afán de superación individual, pero si traspasa unos límites deja de ser positiva.
- Cierta individualidad es necesaria para ayudar a desarrollar la autonomía, pero llevada al extremo nos convierte en personas antisociales, apáticas, insolidarias y, por tanto, nada empáticas.
- ¿Quién no ha mentido alguna vez? En ocasiones incluso una mentira nos ha sacado de un apuro. Pero usar la mentira con frecuencia o pasarse la vida haciéndolo es otro tema.
- Se suele apreciar a las y los jefes que desprenden cierta autoridad (aunque personalmente opino que hay mejores formas de ejercer la jefatura). Pero si esas muestras de autoridad son excesivas y se presentan incluso de manera agresiva, nos resulta muy desagradable.
Nos alejan de la empatía: el egoísmo, el individualismo, el odio, la falta de autocontrol, la envidia, la agresividad, la venganza, la arrogancia, la mentira, la inmediatez, la competitividad y la impaciencia.

Después de todo lo anteriormente expuesto, queda patente que la empatía resulta tan valiosa como primordial para un adecuado desarrollo personal y social. Está en nuestras manos ayudar a nuestros hijos e hijas a convertirse en mejores personas. Os dejo una frase de la psicóloga Tere Rosales Serje, que recoge muy bien la importancia de la empatía:
La empatía es la piedra angular del amor que sostiene lo que sentimos y nos permite sentir lo que el otro siente y compartirnos desde el corazón en un solo latir. El Amor es un arte, ya que es movido por la energía creativa al servicio de la comprensión, compasión y la reconciliación, nos abre a espacios de sensibilidad, bondad, entrega y nos impulsa a cuidar, contener, apoyar, nutrir, acompañar… Todas estas funciones parentales y relacionales que nos conectan para crecer y fluir sanamente.
Tere Rosales Serje
https://psicologiaymente.com/psicologia/empatia
https://lamenteesmaravillosa.com/el-arte-de-comprender-emociones-la-empatia/
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Eva H. Hernanz
Madrid
mamaevapsicopedagoga@gmail.com