El trauma se refiere a una experiencia emocionalmente dolorosa o perturbadora que puede dejar una marca duradera en la psique de una persona. Puede surgir como resultado de eventos impactantes, como una guerra, accidentes graves, desastres naturales, abuso físico, emocional o sexual, violencia, enfermedades graves, pérdida de seres queridos, entre otros. El trauma puede ser único, como un evento aislado extremadamente estresante, o puede ser complejo, implicando múltiples experiencias traumáticas a lo largo del tiempo.
Qué es el Trastorno de Estrés Postraumático (TEPT)
El trastorno de estrés post traumático (TEPT) es una enfermedad mental que puede desarrollarse tras haber experimentado un evento traumático especialmente estresante o aterrador. La patología aparece cuando, por una posible combinación de factores, no se ha podido procesar completamente el evento traumático ni los recuerdos asociados al mismo. Hablando claro, ¿todas las personas que sufren una situación traumática acaban padeciendo un trastorno de estrés post traumático? No, no todas. ¿De qué depende, pues, que así sea? Pues de la gravedad del evento, de la existencia de traumas emocionales anteriores, de factores genéticos, de la propia personalidad del sujeto, del ambiente familiar y el tipo de crianza, del funcionamiento de la propia química corporal, etc.
Situaciones que propician la aparición del TEPT: ser víctima de una violación, ser testigo de un homicidio o delito violento, ser víctima de un accidente grave, sufrir un asalto o un atentado, experimentar un desastre natural devastador, combatir en una guerra…
Diferencia con el Trastorno por Estrés Postraumático Complejo (TEPT-C)
Mientras que el TEPT se desarrolla como resultado de un evento traumático único y específico, el trastorno de estrés postraumático complejo (TEPC-C) se produce por la exposición repetida y prolongada a traumas interpersonales y crónicos. Por esta razón, el TEPT-C a menudo está asociado con una mayor complejidad clínica y síntomas más severos.
Situaciones que propician la aparición del TEPT-C: experimentar abusos (físicos, sexuales, emocionales) en la infancia, permanecer durante un período de tiempo prolongado en una relación de abuso (maltrato), ser víctima de trata, padecer consecutivas torturas…
El término «Trastorno por Estrés Postraumático Complejo» comenzó a ganar reconocimiento en la literatura académica y clínica a finales del siglo XX. El concepto se ha desarrollado gradualmente a medida que los especialistas han reconocido la diversidad y la complejidad de las respuestas humanas al trauma. Su estudio ha ido avanzando con el tiempo a medida que se profundiza en la comprensión de cómo los traumas crónicos y complejos afectan la salud mental y el bienestar de las personas.
Podríamos catalogar el trastorno de estrés postraumático complejo como una variación del Trastorno de Estrés Postraumático (TEPT). A día de hoy, aunque existen numerosas peticiones para que se incluya, no aparece mencionado en el DSM-5, que es la última versión del Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales, creado por la Asociación Americana de Psiquiatría. Parece que el TEPT-C podría llegar a incluirse en su siguiente versión, la sexta del famoso manual. Donde sí que aparece referido el trauma complejo es en la Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE).

TEPT-C tras el Abuso Narcisista
El trauma es una realidad que muchas personas enfrentan en sus vidas y, para aquellas que han sobrevivido al abuso narcisista, las secuelas pueden ser profundas y duraderas. Una de las manifestaciones más complejas de este trauma es el TEPT-C .
En algunos casos, los síntomas del TEPT-C pueden comenzar poco después del trauma, mientras que en otros casos pueden surgir semanas, meses o incluso años más tarde. Algunas personas pueden experimentar sus síntomas de forma intermitente, con períodos de exacerbación y remisión. Si no se tratan adecuadamente, los síntomas pueden persistir durante años, llegando a afectar profundamente la vida diaria de quienes los experimentan.
Síntomas del TEPT-C
Los síntomas del estrés postraumático complejo son muchos y muy variados. Podemos agruparlos en cuatro grupos: recuerdos intrusivos del hecho traumático, conductas de evitación, cambios negativos en el pensamiento y el estado de ánimo y cambios en las reacciones físicas y emocionales.
1. RECUERDOS INTRUSIVOS
Estos síntomas se caracterizan por la invasión no deseada de pensamientos y evocaciones traumáticas en la vida diaria.
- Flashbacks y memorias invasivas. Experiencias vívidas y recuerdos en que la víctima revive el hecho traumático, incluidas las sensaciones asociadas, como por ejemplo olores.
- Pesadillas. Pueden ser recreaciones directas del abuso o representaciones simbólicas del mismo.
- Pensamientos intrusivos. Ideas no deseadas y repetitivas que invaden la mente de la persona incluso cuando quiere concentrarse en otras actividades.
2. CONDUCTAS DE EVITACIÓN
La evitación es una estrategia de afrontamiento para eludir el malestar emocional. Aunque proporciona un alivio temporal, perpetúa el ciclo de ansiedad y sufrimiento a largo plazo.
- Evitación de recordatorios del trauma. Evitar activamente lugares, personas, conversaciones y actividades que recuerdan el abuso.
- Bloqueo de pensamientos y emociones. La víctima suprime o bloquea pensamientos, sentimientos y recuerdos relacionados con el trauma.
- Aislamiento social. Para evitar posibles desencadenantes del trauma, la persona puede reducir al mínimo las interacciones con amistades y familiares.
- Desensibilización emocional. La persona puede volverse emocionalmente insensible o «entorpecida» para protegerse del dolor asociado con el trauma.
3. CAMBIOS NEGATIVOS EN EL PENSAMIENTO Y EL ESTADO DE ÁNIMO
El trauma afecta profundamente la autoimagen y la percepción del mundo. Los sentimientos de traición, soledad y vergüenza erosionan la autoestima y la capacidad de experimentar placer y esperanza.
- Incapacidad para confiar en las personas. La desconfianza puede interferir significativamente en las relaciones personales y profesionales, impidiendo la formación de vínculos saludables.
- Sensación de soledad. La víctima puede sentirse aislada y desconectada de las demás, incluso cuando está rodeada de personas.
- Vergüenza tóxica. Sentimiento profundo de indignidad y autocrítica. La persona siente que hay algo malo en ella, lo que conlleva una autoimagen distorsionada y una sensación constante de insuficiencia.
- Falta de autoestima. La víctima cree que no es válida o capaz, generando falta de confianza en sí misma y evitación de oportunidades de crecimiento.
- Desesperanza o sensación de vacío. Sentimiento que genera falta de motivación y una visión pesimista del futuro, lo que complica la recuperación.
- Anhedonia. Incapacidad para experimentar placer o interés en actividades que anteriormente se disfrutaban.
- Depresión. Enfermedad grave que afecta todas las áreas de la vida de una persona. Los síntomas incluyen tristeza persistente, pérdida de interés en actividades, cambios en el apetito y el sueño, fatiga y sentimientos de incapacidad y desesperanza.
- Ideaciones suicidas. La víctima puede sentir que quitarse la vida es la única manera de escapar del dolor y el sufrimiento constantes. Es crucial que la persona que experimenta ideación suicida busque ayuda inmediatamente, ya que este síntoma representa una emergencia de salud mental.
4. CAMBIOS EN LA REACCIONES FÍSICAS Y EMOCIONALES
Estos síntomas reflejan una disfunción en la regulación emocional y una respuesta persistente de «lucha» o «huida».
- Desórdenes de apego. Trastornos psicológicos que afectan la capacidad de la víctima para formar y mantener relaciones saludables y seguras con otras personas. Incluye apego ansioso, apego evitativo y apego desorganizado.
- Disociación. Mecanismo de defensa en respuesta al trauma que permite a la persona escapar momentáneamente de la realidad abrumadora. El cuerpo está presente pero la mente está ausente: hacer algo sin tener consciencia de haberlo hecho, caminar a cámara lenta, chocarse con el mobiliario, presentar problemas de memoria, de concentración…
- Despersonalización. Sensación de la persona de estar separada de sí misma, como si fuera una observadora externa de sus propios pensamientos y su cuerpo. La persona puede sentir que está viviendo en un sueño o como si sus acciones no fueran reales.
- Desrealización. Percibir el entorno, los objetos y/o las personas como algo extraño, irreal o distante.
- Hipervigilancia. Estado constante y permanente de alerta, falta de relajación y excesiva atención a posibles variaciones del entorno o supuestas amenazas.
- Irascibilidad e hiper-reactividad. Irritabilidad extrema y reacciones emocionales exageradas (ira, frustración…) a estímulos que normalmente no provocarían una respuesta tan intensa. Es una manifestación de la tensión interna y el estrés constante.
- Desregulación emocional y cambios de humor. Dificultades para gestionar y responder adecuadamente a las emociones. La víctima de abuso puede experimentar cambios de humor abruptos y extremos.
- Indefensión aprendida. Condición por la que una persona se resigna y aprende que no hay nada que pueda hacer para cambiar su situación, incluso cuando tiene la capacidad de hacerlo.
- Ansiedad. Respuesta frecuente al trauma que se manifiesta como una preocupación constante, nerviosismo o temor excesivo.
- Ansiedad social. Miedo intenso a situaciones sociales o de desempeño, donde la persona teme ser juzgada, criticada o rechazada.
- Ataques de pánico. Episodios súbitos de miedo intenso que incluyen síntomas físicos como palpitaciones, sudoración, temblores y sensación de asfixia. Estos episodios pueden ser altamente aterradores y desorientadores.
- Insomnio y despertares frecuentes. La mente hiperactiva y la constante vigilancia pueden dificultar la conciliación del sueño y llevar a interrupciones frecuentes, resultando en fatiga y deterioro cognitivo.
- Autolesiones. Comportamientos en los que la persona se inflige daño físico intencionalmente. Puede ser una forma de mitigar el dolor emocional intenso o una manera de sentir control sobre su cuerpo.

A modo de conclusión
Reconocer y comprender los síntomas del TEPT-C es crucial para la recuperación de la víctima de abuso narcisista o psicopático. El tratamiento generalmente implica una combinación de acompañamientos profesionales y terapias, como la terapia conversacional, la terapia cognitivo-conductual, la terapia sistémica, la psicoeducación, el EMDR, el re-aprendizaje de habilidades para la vida o técnicas de mindfulness, entre otras. Estos enfoques ayudan a la persona a desarrollar destrezas para formar relaciones saludables, manejar sus emociones de manera más efectiva y reconstruir las sensación de seguridad y bienestar.
Como profesional dedicada a acompañar a madres víctimas de maltrato, ofrezco servicios de orientación psicoeducativa para el desarrollo de habilidades personales y sociales, ayudando a las mujeres a desarrollar estrategias para la vida que les permitan trascender los efectos del trauma y avanzar hacia una vida más equilibrada y satisfactoria. Si tú o alguien que conoces está lidiando con los efectos del abuso narcisista y presenta síntomas de TEPT-C, es vital buscar ayuda profesional para comenzar el camino hacia la recuperación. La recuperación puede suponer un largo viaje pero, con la ayuda adecuada, se puede llegar a buen puerto.
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Bessel van der Kolk. 2015. El cuerpo lleva la cuenta. Cerebro, mente y cuerpo en la superación del trauma. Barcelona, España. Editorial Eleftheria
Anabel González. 2017. No soy yo. Entendiendo el trauma complejo, el apego, y la disociación: una guía para pacientes y familiares. Anabel González (autoedición)
Joyanna L. Silberg. 2019. El niño superviviente. Curar el trauma del desarrollo y la disociación. Bilbao, España. Desclée De Brouwer
https://www.verywellmind.com/c-ptsd-narcissistic-abuse-5225119
https://www.nimh.nih.gov/health/publications/espanol/trastorno-por-estres-postraumatico
https://psiquiatria.com/bibliopsiquis/trastorno-de-estres-postraumatico-complejo
https://psicologiaymente.com/clinica/desnos-trastorno-estres-postraumatico-complejo

Eva H. Hernanz
Madrid
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