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Los roles en la familia narcisista. Cómo funcionan y qué consecuencias tienen

Las relaciones familiares son una parte fundamental de la vida de cualquier persona pero, cuando se trata de una familia con uno o varios miembros narcisistas, las dinámicas familiares suelen ser altamente disfuncionales y abusivas. En una familia narcisista, el padre o la madre narcisista controla y manipula a los demás miembros del clan familiar, lo que conlleva una serie de interacciones tóxicas que tendrán efectos duraderos en la vida de las criaturas y de las adultas y adultos afectados.

En este tipo de familias nada funciona como debería: el afecto se condiciona, la empatía se distorsiona, y cada persona adopta un rol adaptativo para sobrevivir al sistema. Los roles que cada miembro desempeña están altamente influenciados por el narcisismo patológico del padre o la madre narcisista. Cada integrante puede desempeñar diferentes papeles para adaptarse mejor a las situaciones disfuncionales que se establecen o porque así lo vaya marcando la persona narcisista.

En este artículo, exploraremos los diferentes roles que pueden estar presentes en una familia narcisista, cómo se relacionan con la dinámica familiar y los efectos que pueden tener en la vida de las personas.

Al igual que en el artículo anterior, El daño del narcisismo en la familia: cómo reconocerlo y sanarlo, quiero dejar claro que cuando hablo de narcisistas me refiero a personas con narcisismo patológico o, lo que es lo mismo, con un trastorno de personalidad narcisista, según el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM-5).

Éstos son los roles que están presentes en una familia narcisista:

La persona narcisista

Suele ser el padre, la madre o ambos, aunque siempre hay un narcisista principal. Esta persona es el centro de atención y busca constantemente la admiración, el reconocimiento y el control de los demás miembros de la familia. Juega un papel fundamental en el mantenimiento de la dinámica disfuncional familiar. Es manipuladora, envidiosa y con carencias de empatía. Se siente cómoda en el conflicto y puede ser muy crítica y cruel con quienes percibe como una amenaza.

Cabe resaltar que no todas las personas narcisistas son iguales y cada una muestra sus necesidades y carencias de muy diferentes formas, dependiendo de su tipología: las hay grandiosas (altamente egocéntricas y con aires de superioridad) y vulnerables (más encubiertas, muy sensibles a la crítica y dependientes de la validación externa). Si quieres conocer más sobre los tipos y subtipos de narcisismo existentes, puedes visitar el artículo Narcisismo: los tipos y subtipos que debes conocer.

Ambos padres pueden ser narcisistas, aunque siempre hay un narcisista principal
Ambos padres pueden ser narcisistas, aunque siempre hay un narcisista principal

La persona codependiente o facilitadora

Es la pareja de la persona narcisista (o, en ocasiones, uno de los hijos o hijas). Es quien se adapta y cede constantemente a las demandas del miembro narcisista de la familia, a menudo a costa de sus propias necesidades y bienestar emocional.

Esta persona puede sentir que su valor personal depende de la aprobación y la atención de la persona narcisista, lo que lleva a comportamientos de auto-negación, auto-abandono y auto-sacrificio. Además, puede experimentar sentimientos de culpa o vergüenza si no cumple con las expectativas del miembro abusivo o si intenta establecer límites. No lo hace por debilidad, sino por aprendizaje de supervivencia emocional.

La persona codependiente desarrolla un radar infalible para detectar los estados del narcisista y adaptarse antes de que explote. Además, también puede tomar el papel de mediadora en los conflictos familiares, tratando de mantener la paz a toda costa. Esto le puede llevar a sacrificar su propia opinión y tomar la responsabilidad de resolver los problemas de la familia, lo que puede resultar en una carga emocional agotadora.

Como consecuencia de todo lo anterior, acaba sin espacio para sí misma, confundiendo amor con sacrificio. Tendrá dificultades para reconocer y expresar sus propias emociones, ya que ha estado enfocada en satisfacer las necesidades emocionales de la persona abusiva. Esto le puede llevar al agotamiento emocional y a una falta de satisfacción personal en la vida.

Es importante destacar que la persona codependiente no es responsable de los comportamientos abusivos, pero sí contribuye a perpetuarlos al no establecer límites saludables y al permitir que la persona narcisista tenga un excesivo control sobre la dinámica familiar.

La niña o niño dorado

Este miembro de la familia es el favorito de la persona narcisista y puede ser utilizado para cumplir las necesidades emocionales de la misma. Se le suele consentir y recibe una gran cantidad de atención, elogios y privilegios. Esto lleva a la criatura a desarrollar un sentimiento de superioridad y una falta de empatía hacia otros miembros de la familia. A su vez, los demás miembros de la familia pueden sentir celos y resentimiento hacia esta figura.

El niño dorado es más propenso a desarrollar rasgos narcisistas en la edad adulta. Al ser objeto de un exceso de atención y alabanza por parte de los padres, se genera en él una percepción exagerada de su propia importancia y dificultad para aceptar críticas o fracasos.

La niña o niño dorado de la familia suele desarrollar egocentrismo y una actitud de superioridad
La niña o niño dorado de la familia suele desarrollar egocentrismo y una actitud de superioridad

Como persona adulta, la niña dorada sentirá que sigue mereciendo un trato especial y privilegiado. También tendrá dificultades para establecer relaciones saludables, ya que esperará que las demás personas le adoren y complazcan. En ocasiones generará expectativas poco realistas de sí misma y de los demás, lo que puede llevar a la decepción y al descontento.

Es decir, cuando el niño de oro sale del cascarón y se enfrenta al mundo real no es capaz de aceptar que las cosas no son como cree o quiere. Le cuesta asumir que no es el centro del universo ni alguien tan importante como le han hecho pensar siempre. Para compensar esta carencia, ceba su ego alimentando la idea de ser en realidad alguien muy especial a quien sólo unos pocos privilegiados tendrán el gusto de poder entender y tratar. Al final no deja de ser una víctima más de su propia familia

Es importante recordar que no todos los niños dorados se convierten en narcisistas en la adultez. El ambiente familiar, la crianza, así como otros factores (la personalidad, la gente del entorno, las experiencias vitales ajenas al núcleo familiar…), también pueden influir en el desarrollo o no de rasgos narcisistas.

La oveja negra

La oveja negra, que suele ser una de las hijas o hijos, no es el problema de la familia, sino el síntoma de que algo no está bien en el sistema. Es aquella persona que piensa distinto, siente distinto o se atreve a cuestionar lo incuestionable. En el ecosistema narcisista, donde la lealtad se confunde con sumisión y la armonía con silencio, la oveja negra encarna la disidencia emocional.

A menudo es más empática, reflexiva y sensible a la injusticia. Sus cuestionamientos amenazan la fachada perfecta del clan, y por eso se convierte en el elemento “incómodo”.

Muchas veces no encaja porque se niega a anestesiar su conciencia. Prefiere lidiar con su conflicto interno antes que «hacer como si nada» o ser hipócrita. El precio que paga suele ser alto: exclusión, gaslighting, señalamiento o culpa inducida. Pero su valor es importante: la oveja negra tiene la capacidad de ver con claridad lo que el resto niega.

Con el tiempo, si logra tener una autoestima y unos límites sanos, esta figura puede convertirse en el eslabón evolutivo del linaje familiar. Y, en la incomodidad que genera, reside la posibilidad de que algo cambie.

En última instancia, es importante recordar que cada miembro de la familia tiene la capacidad de tomar decisiones y trabajar en su propio crecimiento personal, incluso en un ambiente disfuncional. Si bien puede ser difícil, es posible sanar y crecer, y la oveja negra puede ser una fuerza poderosa en ese proceso.

No puedes sanar en el mismo lugar donde te enfermaste

Anónimo
La oveja negra tiene la capacidad de sanar el linaje familiar
La oveja negra tiene la capacidad de sanar el linaje familiar

El chivo expiatorio

En una familia disfuncional, el chivo expiatorio es la persona sobre la que se depositan los conflictos, frustraciones y emociones negativas que el resto del sistema no puede o no quiere asumir. Suele ser uno de los hijos o hijas, aunque el rol puede rotar entre varios miembros según las circunstancias. En algunos casos, también la pareja de la persona narcisista acaba ocupando este lugar, convirtiéndose en el blanco de las críticas, los reproches y las proyecciones emocionales del grupo.

La persona narcisista proyecta en el chivo expiatorio sus propias partes negadas: rabia, envidia, miedo, sensación de inferioridad… Y los demás miembros del sistema (por miedo, comodidad o lealtad inconsciente) tienden a alinearse con el narcisista y reforzar esa narrativa.

Desde la perspectiva de la psicología familiar sistémica (Bowen, 1978; Minuchin, 1985), este mecanismo de desplazamiento funciona como una estrategia inconsciente del sistema que asigna roles de ‘culpables’ para mantener un falso equilibrio y evitar cuestionar la disfunción de fondo. Pero el coste para la persona que ocupa este lugar es alto: culpa crónica, baja autoestima, confusión emocional y, con frecuencia, patrones de revictimización en su vida adulta. No es raro que busque relaciones donde repite el mismo guion con parejas de perfil narcisista/ psicopático. (Cómo te seduce el psicópata hetero. Aquí tienes las claves para detectarlo).

Con el tiempo, algunos chivos expiatorios logran tomar conciencia del rol impuesto y se distancian de la familia o establecen límites firmes. Aunque el proceso puede ser doloroso, supone un paso decisivo hacia la recuperación del propio criterio, la autonomía y la autoestima.

El chivo expiatorio y la oveja negra muy a menudo coinciden y, aunque muchísimas veces los encarna la misma persona, son roles separados:

  • El chivo expiatorio carga con la culpa del sistema y absorbe su tensión.
  • La oveja negra rompe el molde al pensar y actuar diferente.

La hija o hijo invisible

Es un miembro de la familia ignorado o descuidado por la persona narcisista y suele ser uno de los hijos. La criatura no es vista ni valorada y suelen descuidarse sus necesidades emocionales, por lo que genera sentimientos de aislamiento y soledad. Mientras tanto, la persona narcisista centra su atención en la criatura dorada o en aquellas que no cumplen con sus expectativas (como la oveja negra o el hijo rebelde), dejando de lado al niño o niña invisible, quien le proporciona menor suministro emocional o refuerzo.

En una familia narcisista, cada miembro cumple un papel
En una familia narcisista, cada miembro cumple un papel

A medida que crece, es común que el miembro invisible del grupo familiar experimente problemas de autoestima y dificultades para establecer relaciones saludables. Suele mostrar una tendencia hacia la codependencia, dificultades para expresar emociones o poner límites y puede arrastrar inseguridades y patrones de autocuidado deficiente que se prolongan hasta la adultez.

El hijo o hija rebelde

Es quien desafía y cuestiona la autoridad de la persona narcisista. Suele poner límites, expresar desacuerdo o mostrar desobediencia frente a las exigencias y expectativas rígidas del sistema familiar. Debido a su actitud, suele ser criticada, castigada o marginada por la familia narcisista, que percibe su independencia como una amenaza al control y a la apariencia de armonía.

Este rol puede coincidir con el de la oveja negra: ambos son vistos como “problemas” dentro del sistema y suelen cargar con la responsabilidad de absorber la crítica o el rechazo. Sin embargo, no siempre se trata de la misma persona: a veces, es el niño o niña dorada quien asume un comportamiento rebelde, sobre todo si siente descontento o frustración por las expectativas impuestas.

La criatura rebelde, al crecer, puede desarrollar un fuerte sentido de autonomía y autoafirmación, pero también arrastrar conflictos internos por la constante oposición a las figuras de autoridad y la lucha por ser vista y valorada en un entorno que no valida sus emociones ni su identidad.

La hija o hijo neutral

Es quien intenta mantener la paz en el clan familiar y se muestra imparcial en los conflictos familiares. Su papel consiste en mediar, suavizar tensiones y evitar enfrentamientos directos. Aunque ser un hijo o hija neutral puede resultar difícil y agotador, también puede suponer una ventaja, ya que le permite mantener cierta distancia emocional y protegerse de la intensidad de las dinámicas familiares. Gracias a su aparente neutralidad, puede evitar ser arrastrado por las demandas, necesidades o desavenencias del progenitor narcisista.

A menudo, la criatura invisible y la neutral coinciden: ambas tienden a pasar desapercibidas, a reprimir sus emociones y a adaptarse para no generar más conflicto. En otros casos, la persona neutral adopta el rol de facilitadora, alguien que intenta sostener la armonía a cualquier precio. Puede mediar entre miembros enfrentados, justificar comportamientos o asumir responsabilidades emocionales que no le corresponden.

Este rol, aunque parece pacífico, puede tener un alto coste interno. Con el tiempo, la persona puede sentirse emocionalmente agotada, desconectada de sus propias necesidades o culpable cuando prioriza su bienestar. En la adultez, suele desarrollar una fuerte tendencia a evitar el conflicto, a complacer y a mantener una fachada de calma, incluso cuando internamente se siente en tensión.

Los mono(s) volador(es)

Miembro(s) de la familia que actúa(n) como intermediario(s) o mensajero(s) entre la persona narcisista y las demás personas de la familia. Se encarga(n) de satisfacer las necesidades y deseos de la persona tóxica, incluso si esto significa ignorar o marginar las necesidades y deseos de los demás integrantes de la familia.

Los diferentes roles en una familia narcisista permiten mantener el equilibrio disfuncional
Los diferentes roles en una familia narcisista permiten mantener el equilibrio disfuncional

Muchas veces, un mismo miembro de la familia narcisista desempeña varios de los papeles explicados a la vez. Además, las dinámicas familiares suelen ser complejas y variadas, por lo que suele ocurrir que las personas van cambiando de roles a lo largo del tiempo.

Sea como sea, el primer paso para sanar los patrones familiares disfuncionales es reconocerlos como tales. Y para ello, nunca es tarde. Quizá este artículo suponga un punto de partida en el proceso. ¡Mucho ánimo si es tu caso!

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Iñaki Piñuel. 2020. Familia Zero. Cómo sobrevivir a los psicópatas en familia. Madrid, España. La esfera de libros

Karyl Mc Bride. 2013. Madres que no saben amar. Nueva York, EEUU. Ediciones Urano

Karyl Mc Bride. 2018. Mi mamá no me mima. Cómo superar las secuelas provocadas por una madre narcisista. Nueva York, EEUU. Editorial Books4pocket

Wendy T. Behary. 2013. Disarming the Narcissist: Surviving & Thriving with the Self-Absorbed. Oakland, California, EEUU. New Harbinger Publications

Mauricio Zermeño de los Reyes. 2021. Matriarcado Narcisista: Tu madre no es tóxica, está enferma del Trastorno de la Personalidad Narcisista. Editorial Independently Published

https://psicologiaymente.com/social/familias-narcisistas

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Licenciada en Psicopedagogía. Profesional PAS certificada.

Eva H. Hernanz

Madrid

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Autor:

Licenciada en Psicopedagogía por la Universidad de Salamanca, Promotora de Igualdad y divulgadora especializada en educación infantil, alta sensibilidad, educación emocional y maltrato.

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